El sábado pasado un niño tocó timbre a mi puerta pidiendo ropa. Pensé que algo podía tener pero no me iba a ser tan fácil recogerla en pocos minutos de modo que le pregunté si volvería a pasar y me dijo que al siguiente sábado (hoy lo estoy esperando).
Esta semana junté bastante ropa, un acolchado que no está en muy buen estado pero para abrigar sirve y unos juguetes que están impecables pero que jamás cumplieron el cometido de alegrar y embellecer el cuarto de mis hijos (no estoy muy segura de que haya posibilidad de realizar tal objetivo).
En el día de ayer tocó timbre una niña pidiendo ropa. Yo pensé que podía repartir lo juntado ya que era bastante y así lo hice cuidando de poner dos de los juguetes para repartir un poquito de alegría en partes iguales. Me alegraba poder proporcionarles un objeto simpático que fuera más allá de la simple necesidad.
Ella sólo me había pedido ropa pero cuando salgo a entregarle el paquete me dice: "no tendría dos peluches"?.
-"Si. hay dos peluches aquí".
Eran justo los objetos que habían elegido para entregarle.
Hace 15 años que vivo en esta casa y con una frecuencia semanal alguien llama a mi puerta para algún pedido. Nadie pidió algo diferente a ropa o comida (salvo un excepción de vajilla u objetos para la casa). En este largo período nunca se me ocurrió poner un juguete que desde ayer comencé a valorar.
Cuando estas situaciones de sincronicidad acontecen en mi vida me dejan conmovida.
Como si aún en la ignorancia de los datos concluyera una acción perfecta y allí es dónde me pregunto: ¿quién actúa aquí?
la importancia de la sincronicidad es clave para el desarrollo del coaching.... Buen Post
pacobailacoach.blogspot.com