Cuando decimos que alguien no es de confiar quizá convenga afinar la lente de nuestro mirar y poder observar si lo que no cumplió es una promesa verbal o escrita, formalizada y clara o no cumplió con la expectativa. Una imagen interior de cómo esa persona debía hablar y conducirse.
Las expectativas se construyen con cristales rotos de conductas aisladas y queremos aplicarla al TODO de la persona.
Vamos por la vida expectantes de un trabajo, expectantes de un vínculo, expectante de una amistad y si las expectativas son altas nos vamos quedando frustrados y solos porque muy poco termina cumpliendo con los requisitos.
Quizá convenga aceptar más las cosas como son.
Aceptar más a las personas significará entonces que disfrutaremos de lo que sí nos hace felices y dejaremos para otros aquello que no nos agrade.
Construiremos así diferentes tipos de vínculos: vínculos chiquitos con quienes coincidimos por momento o en algún punto y vínculos grandes con quienes coincidimos en una mirada amplia.
Yo aprendí en algunos vínculos donde las coincidencias son escasas a ocupar con palabras e intercambio ese espacio de coincidencia y a llenar el de la divergencia con el silencio.
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