Por favor, observen el dibujo.
Si tuvieran un lápiz a mano... ¿qué harían? Lo más probable es que esa interrupción del círculo les genere algo así como un irresistible impulso a cerrarlo, ¿verdad? Desde hace décadas la Psicología le dio un nombre a esa tendencia: Ley de Cierre. En forma innata, el psiquismo humano propende a necesitar la conclusión interna de cada evento psicológico. Y aquello que no cerramos, conserva una carga psíquica que, desde lo inconsciente, puede perturbar nuestra vida personal, exigiendo que ese dolor no elaborado sea atendido. Esto sucede, por ejemplo, en...
* los duelos que hemos suprimido, sin permitirnos asumir su cuota de dolor...
* aquello que no hemos devuelto, y aquello que otros no nos han devuelto...
* lo que no hemos agradecido, y nos pesa en nuestro interior...
* las disculpas que no hemos pedido, y que nos pesan aún más...
* los vínculos cerrados abruptamente, sin que comprendendamos bien por qué...
* lo que empezamos, pero dejamos sin concluir...
* los asuntos traumáticos de nuestra vida cuyo dolor hemos preferido evitar, pero que claman desde adentro ser resueltos;
* los enojos no expresados, y que, sin darnos cuenta, transferimos hacia otras personas de nuestro presente, o lo volcamos hacia nosotros mismos, autosaboteándonos el estar bien...
La lista podría ser más larga. Pero si alguno de esos ítems resuenan en Ustedes, estoy segura de que ya ha comprendido de qué estoy hablando. Parte del pasado no resuelto puede cerrarse a través de acciones externas muy concretas: hablar con quien sentimos que hace mucho debimos hablar, pedir disculpas, dar las gracias aunque hayan pasado años, pagar lo que debemos, devolver lo que no es nuestro...
Otras veces, poco o nada podemos hacer en el mundo externo: porque ciertas personas ya no están, porque están pero acercarnos a ellas sólo agravaría la situación, porque la vida nos ha llevado lejos... Sin embargo, siempre es posible abordar de otro modo esas instancias no cerradas: dentro nuestro.
Cuando hablamos de este tema, podríamos pensar que estas ideas nacen con el Psicoanálisis. No es así! Si indagamos en antiguas disciplinas de Oriente, encontraremos que hay prácticas bien definidas para trabajar con los dolores del pasado. Por nombrar una, por ejemplo, en el Budismo Tibetano (aún encarado de un modo laico) hay una práctica de Visualización que se denomina “Masajear el Tiempo”; en ella, desde un estado profundo, se abordan momentos del pasado que conserven una carga dolorosa y, así como uno puede masajear una zona del cuerpo que está dolida, ayudarle al propio Inconsciente a elaborar lo que aún no haya podido “digerir” por sí mismo. Así es como el círculo se cierra. Y es eso lo que ilustran muchos mandalas.
Este es sólo un pequenísimo fragmento del material del Virginia Gawel de su seminario "Interpretación de sueños" que convidó como como invitación a las cursadas presencial y virtual a llevarse a cabo durante este mes.
La Lic. Virginia Gawel es Psicóloga, escritora, co-Directora del Centro Transpersonal de Buenos Aires: www.centrotranspersonal.com.ar . donde se imparte el curso mencionado.
Qué curiosa expresión: masajear el tiempo. Gracias por esta reflexión. Un abrazo